El proyecto de convertir “Europa” en motor de la globalización neoliberal es ya muy viejo: tiene sus orígenes en las vías adoptadas para la reconstrucción del capitalismo occidental tras la Segunda Guerra Mundial y ha ido avanzando hasta el punto de ser corresponsable de la actual crisis sistémica y global. En ese proceso ha ido dinamitando el denominado “modelo social europeo”(subproducto de las conquistas que fue logrando el movimiento obrero en los distintos países) y ha reforzado los poderes de unas empresas transnacionales, en muchos casos –como el español- surgidas de las privatizaciones, cuyos intereses han chocado abiertamente con los de los pueblos del Sur, especialmente los de América latina y Africa, pero también con los del Centro y Este de Europa, y con la sostenibilidad de la vida en el planeta.
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