La primera década del siglo XXI en
nuestra América Latina ha estado marcada por la emergencia y la trascendencia de las luchas sociales y los movimientos populares. Se trata, sin lugar a dudas, de una década en movimiento para los sectores populares. Por un lado, por la generalización de la protesta social, la emergencia y reactivación de movimientos sociales que expresan y nutren la crisis del neoliberalismo y amplían el horizonte democrático en la región. Por el otro, porque, a diferencia de la década anterior, la emergencia de gobiernos reformistas en varios países plantea para las organizaciones sociales nuevos desafíos y nuevos horizontes de acción.
























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